“La jugada que dejó al descubierto una herida vieja”

Lo ocurrido anoche en el Estadio Quisqueya Juan Marichal, durante el enfrentamiento entre los Gigantes del Cibao y los Tigres del Licey, no fue simplemente una jugada polémica en el home plate. Fue, más bien, un recordatorio de que hay cicatrices deportivas que, pese al tiempo, siguen abiertas. La controversia volvió a encender el debate sobre la credibilidad del arbitraje y la sombra histórica que muchos aseguran se posa cuando el equipo azul está involucrado.

Dos jugadas idénticas. Dos decisiones completamente opuestas.

Primero, los Gigantes fueron desfavorecidos en una acción en el home plate, que a juicio de la mayoría de los presentes y de quienes observaron la repetición, fue un out claro. Sin embargo, lo sorprendente no fue solo la decisión, sino el patrón que quedó expuesto minutos después, cuando una jugada prácticamente igual favoreció al Licey. La incoherencia fue tan evidente que la indignación se sintió desde San Francisco de Macorís hasta el último rincón del país donde un fanático siguiera el partido.

El comunicador Marcos Santos no se contuvo, y su comentario se hizo eco del sentir popular:

“LO MUCHO HASTA DIOS LO VE.”

Santos calificó el episodio como vulgar, indecente y poco elegante. Y muchos coinciden. Dijo que aquello no fue una revisión, sino “un espacio para recibir órdenes”. Palabras fuertes, pero que reflejan el cansancio de quienes sienten que el “juego limpio” a veces se mancha con decisiones inexplicables, justo cuando más importa.

Y es que en el béisbol dominicano, como en cualquier liga del mundo, la imparcialidad arbitral es el pilar que sostiene la confianza de los fanáticos. Cuando esa confianza se tambalea, no importa cuán emocionante sea el torneo: el mal sabor pesa más que el resultado. Por eso, la percepción “cierta o no” de que a algunos equipos se les tiende la alfombra mientras otros deben remar contra corriente sin margen de error, es peligrosa y destructiva para la liga.

Sin embargo, también es cierto que los equipos grandes no se construyen solo con victorias, sino enfrentando adversidades. Y los Gigantes del Cibao conocen bien esa historia. Lo han demostrado año tras año: con disciplina, con talento, con coraje y con una fanaticada que nunca abandona.

Por eso, como bien dijo Marcos Santos, la respuesta no puede ser el desánimo. Al contrario: “Con trampa y todo tienen que ganarnos en la raya…”

Un mensaje claro y retador que invita a los cibaeños, francomacorisanos y a todo el país a seguir apoyando al conjunto naranja. Porque al final, la grandeza de un equipo también se demuestra cuando, pese a los obstáculos, sigue compitiendo con dignidad y corazón.

La LIDOM debe tomar nota. No basta con tecnología si quienes la utilizan no garantizan justicia. No basta con reglamentos si la aplicación depende del uniforme que esté en juego. El béisbol dominicano merece respeto. Sus fanáticos también.

La pelota, al igual que la confianza, se juega limpia. Y anoche, lamentablemente, ambos quedaron manchados.

Franklin Santos: