Por: El Día - 21/04/2025
Ciudad del Vaticano.– El papa Francisco, líder espiritual de la Iglesia católica y una de las figuras más influyentes del siglo XXI, falleció este lunes a las 7:35 de la mañana, hora de Roma, a los 87 años de edad.
Su muerte se produce apenas un día después de haber hecho su última aparición pública durante la bendición Urbi et Orbi, desde el balcón central de la basílica de San Pedro, donde, debilitado físicamente pero con firmeza espiritual, entregó a la humanidad su último mensaje: un llamado urgente a detener la violencia y frenar la carrera armamentista que desangra al mundo.
Aunque no participó en los ritos litúrgicos de la Semana Santa debido a una larga convalecencia por una neumonía bilateral, el pontífice argentino apareció el Domingo de Resurrección ante más de 50,000 fieles, en silla de ruedas y visiblemente debilitado, para saludar a los presentes.
Aunque fue el maestro de ceremonias quien leyó el texto oficial, el mensaje llevaba el sello inconfundible de Francisco, quien estuvo en el balcón de la basílica de San Pedro..
“Cuánta voluntad de muerte vemos cada día en los numerosos conflictos que afectan a diferentes partes del mundo. Cuánto desprecio se tiene a veces hacia los más débiles, los marginados y los migrantes”, expresó en uno de los pasajes más sentidos.
Francisco rechazó con firmeza “la carrera general para el rearme”, y exhortó a los líderes del mundo a redirigir los recursos hacia la lucha contra el hambre, el desarrollo sostenible y la atención a los más necesitados. “La paz tampoco es posible sin un verdadero desarme”, sostuvo.
En un repaso doloroso por los principales conflictos que azotan al planeta, lamentó la crisis humanitaria en Gaza, la guerra en Ucrania, las tensiones entre Armenia y Azerbaiyán, los conflictos en Sudán, el Congo, Yemen y el Sahel, entre otros. Suplicó por el cese al fuego, la liberación de rehenes, el respeto a los hospitales y a los trabajadores humanitarios, y la protección de comunidades cristianas vulnerables en el Medio Oriente.
“Quisiera que volviéramos a esperar en que la paz es posible”, dijo con esperanza, haciendo de ese anhelo su último testamento ético y espiritual.
Con su partida, el mundo pierde a un incansable defensor de la paz y del diálogo. Y queda su voz resonando como un eco firme en medio del ruido de las armas: “Que se calle la guerra. Que hable la humanidad”.
No hay Comentarios Agregados...