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Kim Kardashian: de influencer a un papel serio en la serie de Disney + «All’s Fair»

En el nuevo drama de Ryan Murphy, «All’s Fair», Kim Kardashian no interpreta a una caricatura de sí misma ni una versión glamorosa de la fama que la precede. Interpreta a una abogada. Una mujer que representa, defiende y reconstruye vidas rotas en medio de divorcios, demandas y traiciones. Y lo hace con una serenidad que desarma. No es el papel de una estrella que busca aprobación, sino el de alguien que ya no la necesita.

El proyecto, que se verá en Disney Plus a partir del 4 de noviembre y protagonizado por un elenco coral que incluye a Naomi Watts, Glenn Close, Sarah Paulson, Niecy Nash-Betts y Teyana Taylor, podría haber sido una curiosidad mediática: la incursión de Kim Kardashian en la actuación “seria”. 

Sin embargo, lo que emerge, en cambio, es un retrato colectivo de mujeres que entienden el poder, la pérdida y la reinvención como un mismo lenguaje.

Kardashian, que ha construido su imperio sobre la exposición, ahora actúa en una serie que trata precisamente sobre lo que se revela y lo que se protege. 

En sus propias palabras, “para cualquiera que esté pasando por un momento difícil, el apoyo es esencial. No solo para las mujeres, sino para todos los que sienten que su familia se desmorona”. 

Hay algo profundamente empático en su interpretación, un tono que combina lo que ha vivido con lo que ha aprendido. Y es esa mezcla —entre experiencia personal y observación profesional— la que convierte a su personaje en algo más que una figura televisiva.

La nueva actriz recuerda haber pasado su infancia observando a su padre, Robert Kardashian, uno de los abogados más célebres de su generación. 

“Yo era la niña que se metía en su oficina y miraba las fotos de los casos criminales, aunque no debía hacerlo. Me fascinaba el proceso, la disciplina, la lógica detrás de la justicia”, dijo. Ese recuerdo no es nostalgia, sino una brújula: el punto donde la fama mediática se cruza con una vocación heredada.

Glenn Close, Niecy Nash y Kim Kardashian en una escena de la serie "All’s Fair" ("Todas las de la ley".
Glenn Close, Niecy Nash y Kim Kardashian en una escena de la serie «All’s Fair» («Todas las de la ley».HULU/DISNEY+

En la conversación con sus compañeras, Kardashian habló con honestidad sobre la advertencia que le hizo su padre: “Me dijo que no era un mundo para mí, que me estresaría demasiado. Pero sé que estaría orgulloso. Me hubiera ayudado a estudiar, habría sido mi compañero de repaso. Creo que se sorprendería de que realmente lo hice”.

Glenn Close, que comparte escena con ella, añadió una observación reveladora: “Tenía sus tarjetas de estudio para los exámenes de derecho durante las pausas del rodaje. No fingía ser abogada. Estaba estudiando para serlo”. 

La imagen de Kardashian repasando conceptos legales en medio del glamour de una producción de Ryan Murphy captura perfectamente la dualidad que define su vida: entre el espectáculo y el esfuerzo, entre la superficie y la sustancia.

Más allá del simbolismo, hay algo emocionalmente real en su interpretación. Ella no actúa como una mujer que defiende causas; actúa como alguien que conoce la fragilidad de la vida cuando todo se desmorona. Su propia experiencia de divorcio —amplificada, diseccionada, comentada en cada rincón del internet— le otorga a su papel una autenticidad difícil de fabricar. 

“Cuando uno pasa por un divorcio, aprende quién es y quién lo rodea de verdad”, dijo. “Cuando era niña, vi el de mis padres y entendí que todo cambia, pero también que todo sigue”.

Niecy Nash-Betts, con su humor irreverente, le respondió: “Tú no sabes quién es alguien hasta que te divorcias de esa persona”. Kim sonrió y replicó: “O hasta que no consiguen lo que quieren”. Entre risas, la frase quedó flotando como una especie de máxima contemporánea.

All’s Fair es, en el fondo, una serie sobre mujeres que se rearman. Mujeres que no compiten entre sí, sino que se sostienen. Naomi Watts, que interpreta a una socia del bufete, lo resume con precisión: “Durante años, las historias femeninas en televisión eran sobre rivalidades. Aquí somos aliadas. Ryan no teme mostrar a mujeres poderosas, de todas las edades, que viven, fallan y se levantan”.

Para Kardashian, eso es más que una línea narrativa: es un espejo de su propia vida. Ha vivido décadas en el ojo público, donde cada tropiezo se convierte en titular. Le preguntaron cómo había logrado construir una piel tan firme frente a la crítica constante. 

Su respuesta fue sorprendentemente sencilla: “Cada persona que me ha hecho daño me ha ayudado a ser más fuerte. Y cada persona que me ha apoyado me ha enseñado a crecer”. 

Es la clase de filosofía que sólo puede provenir de alguien que ha aprendido a convertir la exposición en introspección.

Sarah Paulson, veterana del universo de Murphy, habló de la disciplina y el ejemplo que Kim representó durante el rodaje. “Veíamos cómo manejaba todo con calma. Estudiaba, cuidaba a sus hijos, grababa, y aun así llegaba con humor y con todas sus líneas memorizadas. Era una lección de enfoque y gracia”. Naomi Watts la llamó “la persona más serena que he conocido, considerando el tamaño de su vida”.

La serenidad, en el caso de las Kardashian, no es pasividad. Es control. Su vida entera ha sido un ejercicio de autoría: escribir su narrativa antes de que otros la escriban. 

En All’s Fair, esa habilidad se traduce en una actuación contenida, casi quirúrgica. No sobreactúa ni busca simpatía. Se mueve con el aplomo de quien entiende que el poder, en la vida y en la ley, está en la precisión.

Cuando le preguntaron por qué decidió aceptar el proyecto justo ahora, su respuesta reflejó tanto estrategia como intuición. “No hay un momento perfecto para nada”, dijo.

“Solo hay que hacerlo. Con la abogacía me pasaba lo mismo. Estaba cansada de depender de intermediarios para ayudar a la gente. Quería saber cómo hacerlo yo misma. Y con la actuación, fue igual. No pensé demasiado. Simplemente supe que debía hacerlo ahora”.

Ese “ahora” parece ser el leitmotiv de su carrera. A los cuarenta y tres años, Kim Kardashian está construyendo una segunda vida profesional basada no en la fama, sino en la formación. Lo hace mientras dirige empresas multimillonarias, estudia derecho, cría cuatro hijos y —ahora— interpreta a una abogada que lucha por mujeres que podrían haber sido sus clientas reales.

Glenn Close, siempre con mirada introspectiva, confesó que al principio se sintió intimidada por el proyecto. “Nunca había estado en un grupo así, rodeada de tantas mujeres fuertes. Me costó encontrar mi lugar”. 

Kardashian, al escucharla, intervino con naturalidad: “Cuando Glenn dijo que estaba intimidada, me dio miedo. Pensé: ‘Si Glenn Close está nerviosa, ¿qué me queda a mí?’. Pero fue inspirador ver que alguien con su carrera aún se reta a sí misma. Aprendí de eso”.

Esa mezcla de humildad y determinación atraviesa toda la conversación. Y también explica por qué su presencia en All’s Fair resulta más reveladora de lo que cualquiera podría haber anticipado. No se trata solo de una celebridad incursionando en el drama televisivo, sino de una mujer que, tras dos décadas de exposición, ha aprendido a redefinir su narrativa con la misma habilidad con la que otros personajes aprenden a litigar.

Al final, cuando se le preguntó cómo logra mantener la calma frente al ruido mediático, su respuesta fue una lección de economía emocional: “Me enfoco en lo que importa. Trabajo, familia, propósito. Todo lo demás es ruido”. 

Glenn Close asintió. Naomi Watts habló de sus amigas de treinta años con las que comparte cenas y verdad. Niecy Nash resumió la fórmula a su manera: “Yo bebo agua y hago el amor. No tengo tiempo para lo demás”.

Detrás de las risas hay un mensaje serio. All’s Fair no solo representa una alianza entre actrices de distintas generaciones; representa un tipo de feminidad que ha aprendido a coexistir con la complejidad. Mujeres que trabajan, que crían, que se divorcian, que se reinventan. Mujeres que no piden permiso para ser poderosas y vulnerables a la vez.

Para Kim Kardashian, ese equilibrio es más que un papel: es un manifiesto. “La gente verá crecimiento en mí a medida que avance la serie”, dijo al final.

“Tuve las mejores maestras del mundo, solo por observarlas”, agregó. Y tal vez esa frase encierra la clave de su transformación: después de años de mirar a través de las cámaras, ahora observa desde dentro.